(Reflexión de Rodrigo Rojas Foncillas, socio consultor en Beside® Consultores)
Según un estudio de la Universidad de Warwick la diferencia de productividad entre trabajadores felices y los que señalan que no lo son en el trabajo es de un 22% en total. Otro estudio realizado en Reino Unido le asigna valor económico a la felicidad de los trabajadores y menciona que, por ejemplo, los estudiantes más felices -cuando tienen 20 años- logran mejores ingresos económicos cuando tienen 29 años, en plena etapa laboral. En efecto, ganan en promedio USD 2.000 más que sus pares -que no han sido tan felices- en este período.
Y un dato más, y en este caso una investigación realizada por la Universidad de Harvard, nos muestra que “una mente errante es una mente infeliz”. Las personas que se distraen en el trabajo son un 17% menos felices que las personas que se concentran más. Por eso la recomendación es no seguir “creyendo” que podemos ser personas “multifoco” o que podemos hacer varias cosas a la vez, y bien.
La concentración es clave si queremos avanzar en nuestros objetivos y tareas (por eso se cuestiona hoy que los espacios abiertos de trabajo sean buenos para el trabajo; de esto hablaremos en otro artículo). Como sea, cuando las personas nos focalizamos podemos avanzar mejor en nuestras actividades. Nos concentramos más y destinamos más esfuerzo, energía y “ganas” en lograr lo que queremos.
Si como empresa queremos tener personas felices, comprometidas con la marca empleadora entonces focalicemos. ¿Para qué quiero que mi equipo esté contento, feliz?, ¿Para qué trabajaré?, ¿Qué hare y cómo lo haré? son las preguntas que desde Beside® Consultores frecuentemente hacemos y que son “simples” y tremendamente significativas; porque nos obligan a focalizar y centrar nuestras energías en lo que realmente queremos lograr.
Cuando las empresas -como decimos al inicio de este artículo- buscan un espacio tranquilo, confiable y positivo para su gente (en forma genuina y significativa, no solo desde la mirada hedonista de hacer cosas para pasarlo bien y nada más) son más productivas, son lugares más confiables y también más rentables. Son organizaciones más sostenibles, más sustentables y también, más éticas.
La verdadera pregunta entonces es la que le escucho a uno de nuestros consultores asociados, el PhD. Fernando Véliz, que siempre les pregunta a los ejecutivos de empresas con las que trabajamos: “¿realmente te importa la gente, las personas?”.
¿Realmente nos interesa que las personas de nuestra empresa estén felices y contentas, que fluyan y se desarrollen en esta empresa o solo pienso que es algo que tengo que hacer para asegurar resultados? Esta pregunta es compleja de responder a primeras. Cuando cambio el foco de desde dónde estoy mirando la gestión de personas y con ello, el paradigma desde la conversación en la que estoy como empresa y como directivo de esta a una como esta “¿Cómo puedo complementar el desarrollo, crecimiento y marca con las posibilidades de crecimiento laboral, próspero para todos?” podemos empezar a ver de una forma diferente el sentido valor que tiene para la empresa las personas que trabajan en ellas.
Recuerda, siempre el mejor camino son las personas. El nuevo paradigma de la gestión de personas es la felicidad de ellas trabajando en el espacio laboral y humano que les ofrecemos.
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